NUEVA ENTREVISTA EN LA VERDAD


Dos alertas cada día en la Región por maltrato infantil


Dos alertas cada día en la Región por maltrato infantil

Psicólogos, policías y ONG alertan de los graves daños, «muchas veces irreversibles», que las agresiones generan en los más pequeños; «pueden afectar a su desarrollo y poner su futuro en riesgo», recalcan


Alicia Negre

ALICIA NEGRE
«No quiero seguir siendo un niño. Quiero ser un dinosaurio, para que no me pegue más». Mario solo tiene 8 años y, sin embargo, ya conoce el dolor que se esconde tras una bofetada, el peso del miedo cuando anida en la boca del estómago. Víctima de maltrato familiar, este niño, protegido bajo un nombre ficticio, es uno de los miles de menores que el pasado año marcaron el teléfono de la Fundación Anar para alertar de que algo no iba bien en casa. Un terrible grito de socorro que deja al descubierto una realidad, oculta en gran parte, que urge sacar a la luz y que precisa de una norma -como la anunciada Ley de Protección Integral frente a la Violencia contra la Infancia- para ser combatida.
Maltrato familiar, abuso sexual, acoso escolar... La violencia contra los más pequeños es un fenómeno aterrador que, en ocasiones, salta a las portadas de los diarios. Sin embargo, según advierten los expertos, esta lacra es como un gran iceberg del que, por sus características, apenas se llega a apreciar una mínima parte. La Fundación Anar trabaja desde hace décadas tendiendo una mano a los menores en situación de riesgo. Su servicio telefónico, financiado por la Comunidad, recibió el pasado año hasta 6.748 llamadas de socorro de niños murcianos.

Esta organización analizó recientemente en un estudio los episodios de violencia que registró desde 2009 a 2016 y llegó a la terrible conclusión de que los atropellos hacia la infancia se han multiplicado por cuatro. «Necesitamos poner freno a este ascenso alarmante de la violencia que padecen los niños», recalca su director de Programas, Benjamín Ballesteros. Un repunte del que la Región no ha quedado al margen.

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«El delito más execrable»

La violencia contra los más pequeños es heterogénea y se camufla con múltiples disfraces. De acuerdo a los datos que maneja el Ministerio de Interior, los menores murcianos fueron víctimas el pasado año de hasta 1.531 delitos. «Los autores, en el 90% de los casos, se encuentran en el entorno más cercano a ellos», explica el inspector jefe del grupo de Menores (Grume) del Cuerpo Nacional de Policía, Alejandro Cruz. Padres o cuidadores, familiares, amigos o parejas de sus progenitores suelen encontrarse detrás de los ataques. «Estos delitos, por su naturaleza, son los más execrables que pueden sufrir».
El maltrato familiar es una de las vivencias más terribles para los infantes. En los últimos cinco años, hasta 1.150 menores en la comunidad han recibido golpes, vejaciones o amenazas por parte de alguien de su propia familia. Solo el pasado año fueron 230 los niños afectados por esta criminalidad y un 37% de ellos tenía menos de 13 años. La cifra sitúa a Murcia como la séptima comunidad más afectada por esta lacra.
Los datos que maneja el Ministerio de Interior se basan en condenas ya afianzadas, pero la cifra de alertas por presuntos casos de malos tratos a niños es mucho mayor. El registro unificado de casos de sospecha de maltrato infantil (RUMI), la principal herramienta para medir este asunto de que dispone el Ministerio de Sanidad y Servicios Sociales, contabilizó el pasado año hasta 753 alertas en la Región, según los datos facilitados por el propio organismo. La cifra supone un 158% más que solo un año antes y la friolera de dos alertas de media cada día.
Más de la mitad de estos casos (58,7%) se cometen por negligencia, al privar al menor de los cuidados y atenciones necesarias, pero otro 19,3% responde a un maltrato emocional. Los abusos sexuales suponen un 7% -la tercera tasa más elevada del país- y el maltrato físico alcanza al 15% de estos pequeños. La labor de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado es prioritaria para la detección de esta criminalidad -destaparon 502 de esos 753 casos-, pero también lo es la colaboración de sanitarios, trabajadores de los servicios sociales, profesores...
La Administración recibe cada día una media de dos alertas por presunto maltrato infantil. Una violencia silenciosa que repunta más de un 150% y que, sostienen asociaciones y ONG, requiere de una ley integral para ser combatida

El silencio se impone

«Hay muchísimo más maltrato a los niños que a las mujeres», recalca el conocido psicólogo Javier Urra, durante años defensor del Menor en la Comunidad de Madrid, en su visita esta semana a Murcia. «Lo que ocurre es que las mujeres denuncian, aunque sea en un porcentaje pequeño, y los niños no lo hacen nunca». El responsable del Grume abunda en ese problema y asegura que estos menores «sufren estos hechos en silencio».
Los niños, remarca, «no se sienten víctimas, sino que piensan que ellos son los verdaderos culpables de lo que les ocurre». Además, «se encuentran solos, sin poder acudir a nadie, ni solicitar ayuda». El inspector jefe Cruz incide, además, en que muchas veces los propios agresores influyen en el pequeño para que no revele lo que está ocurriendode puertas para dentro. «Este tipo de manipulación hace muy difícil que el menor se abra a otras personas», lamenta. «En la mayoría de los casos se tiene conocimiento de estos hechos cuando el menor acude a un centro médico o a su propio centro escolar».
La presidenta del comité regional de Unicef, Amparo Marzal, hace hincapié en que, «en España, al igual que en el resto del mundo, la mayoría de los casos de violencia contra la infancia no se llegan a denunciar nunca». En este sentido, explica que «los niños no saben cómo hacerlo, les da miedo o, a veces, ni siquiera saben que están siendo agredidos».
La directora del teléfono de la Fundación Anar, Diana Díaz, asegura que «es especialmente preocupante porque hemos detectado que los niños tardan de media dos años en contarnos lo que está sucediendo». La soledad, insiste, «acompaña al niño maltratado porque muchos de ellos se enfrentan solos a situaciones de maltrato y lo reciben en un entorno íntimo y sin testigos».

J. MERLOS / LV

Hasta 180 casos de abusos

El maltrato infantil no es, sin embargo, el único monstruo con el que la infancia debe combatir. Más de 1.100 niños han sufrido abusos o agresiones sexuales en la comunidad en el último lustro, según los datos recogidos por Interior. Solo en el último año fueron 204 los menores afectados por violencia sexual. Una lacra que no ha dejado de crecer de un tiempo a esta parte -aumentó un 53,3% entre los años 2012 y 2017- y que afecta especialmente a las niñas, que sufren ocho de cada diez ataques.
Al igual que ocurre con el maltrato infantil, la Comunidad desplegó hace años un programa para atender a los infantes que sufren abusos. Los profesionales del Proyecto Luz ya han atendido, en lo que va de año, hasta 180 de estos casos en la Región de Murcia. El año pasado, de acuerdo a los datos facilitados por la Consejería de Familia e Igualdad de Oportunidades, se cerró con 252.
La psicóloga Sara Pérez Vera es una de las integrantes de la asociación Aider, que colabora activamente en este proyecto, e incide en la dificultad para destapar este fenómeno. «Normalmente se suelen detectar transcurridos los años», explica. «Muchos niños tienen un choque muy fuerte cuando pasan los años y empiezan a entender lo que les ha ocurrido». Pérez Vera insiste, no obstante, en la necesidad de seguir trabajando para arrojar luz cuanto antes sobre ese tipo de delincuencia. «La detección temprana nos asegura poder ayudar a ese niño y reeducarlo».
Actualmente, la Comunidad tiene en marcha cuatro proyectos con asociaciones distintas para atacar la violencia contra los menores en diferentes flancos. «La Administración mantiene una vigilancia extrema de los derechos del menor en todos los casos en los que se pueda dar un episodio de abuso o abandono», remarca la consejera de Familia e Igualdad de Oportunidades, Violante Tomás.
El pasado año, en la Región se dictaron 243 expedientes de protección a menores en situación de riesgo, de acuerdo a los datos que maneja la Fiscalía. En el caso de niños que se encuentren en situación de desamparo, la Comunidad asume legalmente la tutela, la guarda provisional o la guarda temporal de los mismos, según explican fuentes de la Consejería. Un mecanismo preventivo que el pasado año llevó a la Consejería a iniciar más de 730 expedientes. Asumió la tutela de 240 menores y la guarda provisional de 298.
Profesionales de unos y otros ámbitos coinciden en señalar el fuerte impacto que esta violencia causa en los pequeños y las graves secuelas que acaba generando. «Sufren daños psicológicos muchas veces irreversibles, se vuelven retraídos, desconfiados, sufren de quejas somáticas, pesadillas...», subraya el inspector Cruz.
La Región arrastra la tercera tasa de alertas por abusos o agresiones sexuales a niños más elevada del país

«No ha recuperado el habla»

El psicólogo Javier Urra tampoco esconde su preocupación. «Yo he visto niñas que directamente 'se han ido a negro'», recalca. Este doctor en Psicología recuerda el caso particular del pederasta de Ciudad Lineal, en Madrid, para alertar de hasta qué punto puede la violencia dañar la infancia. Antonio Ángel Ortiz fue condenado por agredir sexualmente a cuatro niñas. «Él le quitó importancia, pero la niña china no ha recuperado el lenguaje», lamenta. «Habría que juzgarle por las consecuencias del hecho».
La presidenta de Unicef en Murcia recalca que «las consecuencias son nefastas para los niños a todos los niveles, ya que pueden afectar a su desarrollo, a su educación y poner su futuro en riesgo». Marzal subraya que «el coste de no actuar ante la violencia es muy alto, no solo para los niños, también para las familias, la comunidad escolar y para la sociedad en conjunto».
Recuerda, en este sentido, que «la sociedad civil está pidiendo una Ley Integral de Violencia hacia la Infancia que todos los grupos políticos en el Congreso han considerado necesaria». El Gobierno está esbozando en estos momentos los detalles de un anteproyecto que muchos consideran prioritario. Ballesteros, de la Fundación Anar, subraya que «necesitamos una ley que los visualice, que les apoye, proteja y les dé asistencia y tratamiento para prevenir que se produzca en el futuro».

A CONTINUACIÓN SE PUBLICAN COMPLETAS LAS PREGUNTAS Y RESPUESTAS QUE SE REMITIERON PARA ESTE ARTÍCULO.


1.- ¿Qué tipo de delitos son los que más sufren los menores?
Hay que desglosar los ámbitos en los que los menores sufren delitos con más asiduidad.
* Ámbito familiar o doméstico. En este ámbito, los menores sufren los delitos de MALOS TRATOS EN EL ÁMBITO FAMILIAR, ABANDONO DE MENORES y ABUSOS o AGRESIONES SEXUALES. En la mayoría de los casos, estos menores, antes de sufrir estos delitos, se encuentran en situaciones de riesgo y posterior situación de desamparo, de falta por parte de sus progenitores o cuidadores de las necesidades más elementales para su bienestar, absentismo escolar (en muchos casos para evitar que los centros escolares sean testigos de las posibles lesiones que sufren) y en otros casos, el uso de esos menores para la mendicidad o para la comisión de hechos delictivos, siendo los propios familiares los que se aprovechan del producto de esos hechos delictivos cometidos por los menores. En estos casos, no debemos olvidar que, si bien los menores son los autores de esos hechos, en realidad son víctimas de quien tiene la obligación de su cuidado.
* Ámbito educativo. Los delitos que sufren los menores en sus centros escolares, o fuera de ellos, pero cuyos autores proceden de los mismos, son: DELITOS CONTRA LA INTEGRIDAD MORAL, DELITOS DE ODIO, AMENAZAS, DELITOS LEVES DE HURTO, COACCIONES y LESIONES. En menor medida, se pueden dar delitos de índole sexual, tales como ABUSOS y ACOSO SEXUAL. El ACOSO a través de las REDES SOCIALES lleva implícito, en la mayoría de las ocasiones, la comisión de uno o varios de los delitos anteriormente citados.
En éstos, hemos de diferenciar CASOS AISLADOS, en los cuales se procederá en función de la gravedad de los mismos, o bien un verdadero caso de ACOSO ESCOLAR,  que en la mayoría de las ocasiones, se genera tras un largo periodo de comisión de diferentes hechos delictivos por parte de los acosadores.
* Ámbito privado o particular. En este ámbito, el menor, dependiendo de la edad y del grado de madurez o de independencia que tenga, puede sufrir cualquier delito como cualquier otra persona. Los más habituales son: AGRESIONES, HURTOS O ROBOS de efectos (bicicletas, teléfonos móviles, dinero, etc.), DELITOS COMETIDOS A TRAVÉS DE LA REDES SOCIALES (Sexting, grooming, robos de identidad, suplantación de identidad, creación de perfiles falsos, pornografía infantil, delito de sextorsión o extorsión sexual, delito de acoso o cyberstalking, etc..).

¿Qué porcentaje suele venir de su entorno más cercano?
De todos los delitos que se cometen contra los menores, en un 90 por ciento de ellos aproximadamente, los autores se encuentran en el entorno más cercano de éstos.
Pueden cometer estos delitos los propios progenitores o cuidadores de los menores (entendiendo por progenitores no sólo a sus padres biológicos, sino también a las actuales parejas del padre o de la madre en el caso de matrimonios separados), familiares y amigos del entorno más cercano de los progenitores o cuidadores.
Estos delitos, por su naturaleza, son los más execrables que puedan sufrir los menores.
Los progenitores o cuidadores cometen los delitos de MALOS TRATOS y de ABANDONO, y son los familiares y amigos de los propios padres los que suelen cometer delitos de índole sexual. No debemos olvidar que estos delitos también son cometidos en muchas ocasiones por uno de los progenitores y “tapados”, asumidos y muchas veces consentidos,  por el otro.
Debemos entender que los delitos cometidos en el ámbito educativo, lo son también por personas que están dentro de ese ámbito más cercano del menor, son muchas las horas que éstos pasan en sus colegios y en muchas ocasiones sufren verdaderas pesadillas que les hacen acudir a sus colegios con verdadero pánico. Estos hechos son cometidos por parte de sus propios compañeros. En este sentido, destacar que las niñas suelen acudir más a las redes sociales para cometer estos hechos y que los niños suelen usar más el contacto directo con la víctima.

2.- ¿Es más difícil que los menores denuncien la criminalidad que sufren?
Cuando los menores son víctimas de hechos delictivos cometidos en lo que debería ser su ámbito más seguro, es decir, su propia casa, y por las personas que deberían cuidarlos, suelen justificar los hechos de los que son víctimas.
Muchas veces, son los propios autores de estos hechos (progenitores, cuidadores, familiares o amigos de la familia) los que tratan de influir en los menores víctimas, con el fin de evitar que el menor manifieste a otra persona o directamente denuncie esos hechos. Este tipo de manipulación sobre los menores hace muy difícil que el menor se abra a otras personas, y en la mayoría de los casos se tiene conocimiento de estos hechos cuando el menor acude a un centro médico o a su propio centro escolar.
Con respecto a los delitos que sufren en sus centros escolares, los menores actúan más o menos igual, pero en estos casos callan por propia vergüenza, evitan comentar a sus padres que están siendo víctimas de estos hechos, también en muchas ocasiones por el miedo que le tienen al autor o autores y con el fin de evitar posibles represalias por parte de éstos. De esta misma manera actúan cuando son víctimas de delitos cometidos a través de las redes sociales. En estos casos, no se denuncian hasta que los propios padres son conscientes de lo que les está ocurriendo a sus hijos.
El resto de los delitos, los denuncian como cualquier otra persona.

¿La viven de una manera diferente a los adultos?
En la gran mayoría de los casos, muchos de los menores que son víctimas de hechos delictivos cometidos en su entorno familiar sufren estos hechos en silencio, no se sienten víctimas, sino que piensan que ellos son los verdaderos culpables de lo que les ocurre. Se encuentran solos, sin poder acudir a nadie ni solicitar ayuda. Estos menores sufren daños psicológicos muchas veces irreversibles, se vuelven retraídos, desconfiados, sufren de quejas somáticas, de pesadillas, etc.
En ningún caso lo sufren de la misma manera que los adultos. Siempre intentan esconder lo que les ocurre y cuando se detectan síntomas de que están sufriendo estos delitos (sobre todo los de índole sexual o los de malos tratos), ha pasado mucho tiempo y los menores, como método de autodefensa, intentan olvidarlos, sintiendo vergüenza de lo que les ocurre.
También actúan de la misma manera cuando son víctimas de ACOSO ESCOLAR, la vergüenza y el miedo a las represalias propician que el menor no denuncie ante sus padres los hechos que está sufriendo. Al final, esto es como la pescadilla que se muerde la cola. El menor no denuncia por miedo o vergüenza, y el autor de estos hechos, en el ámbito que sea, se siente más fuerte y absolutamente impune, por lo que los hechos van creciendo en intensidad, prolongándose en el tiempo y, en el caso de los delitos de índole sexual, el autor pasará de los tocamientos a agresiones sexuales de mayor gravedad.

Fdo.- Alejandro CRUZ MORGADO.
Inspector, Jefe del Grupo de Menores (GRUME) de la B.P.P.J. de la Jefatura Superior de Policía de la Región de Murcia.


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